El pasado domingo se llevó a cabo el primer debate del actual proceso electoral, organizado por el Instituto Electoral de la Ciudad de México, entre los candidatos a jefe de gobierno. La elección del nombre "Debate Chilango" a pesar de su informalidad, fue acertada, pues atrajo más atención mediática, especialmente de los jóvenes, quienes tendrán el mayor peso en las próximas elecciones. Sin lugar a dudas, es crucial que la ciudadanía se involucre en los procesos políticos, participando, aportando y criticando.

Sin embargo, el éxito en involucrar a la sociedad en el debate pierde su valor cuando el evento más destacado del proceso democrático está marcado por calumnias y ataques entre los participantes. Si analizamos el debate, es evidente que hubo más combate y agresiones que propuestas formales.

Ahora bien, es natural que un debate político ante la sociedad en general tome ese rumbo, pues como diversos estudios lo demuestran las campañas políticas se basan en emociones más que en razonamientos. Por eso, la estrategia de todos los candidatos es tratar de demeritar al oponente, para hacerlo perder credibilidad y así conectar sentimentalmente con un margen más amplio del electorado.

Por esto, el formato del Debate Chilango resulta deficiente. Aunque es natural que las campañas políticas apelen a las emociones del electorado, esto no justifica que los debates entre candidatos se conviertan en un ring de boxeo. Es posible generar un impacto sentimental centrándose también en propuestas y proyectos.

En los próximos debates, el INE debería limitar la confrontación directa entre los participantes, que también es necesaria, pero reservando un espacio específico para ello y dedicando la mayor parte del tiempo a la presentación de propuestas. No debería ser un espectáculo de peleas entre candidatos.

Esta falta de moderación se reflejó en la calidad argumentativa que dejó mucho que desear. Es lamentable ver cómo ante una pregunta seria de la candidata de MORENA, Clara Brugrada, sobre irregularidades inmobiliarias durante su gobierno en la alcaldía Benito Juárez, el candidato del frente opositor Santiago Taboada respondió mostrando una foto editada de sí mismo en el Congreso de la Ciudad de México, mientras el candidato de Movimiento Ciudadano, comía palomitas.

La política evoca emociones y sentimientos, por eso los candidatos buscan influir en este aspecto, llegando a situaciones surrealistas como la antes mencionada. Por ello, es necesario y urgente que haya un control en los próximos debates sobre la forma en que se exponen los proyectos de cada partido para evitar estos ridículos.

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